El misterio del fantasma de Battersea, la aterradora «aparición» que llegó hasta el Parlamento británico

Todo comenzó con una llave de plata que apareció sobre una cama en la casa de una familia en un barrio de Londres en 1956.

Fue en Battersea, un vecindario en el sur de la capital británica. En concreto en el número 63 de Wycliffe Road que se convirtió en el escenario de una de las historias de fantasmas más extrañas e inquietantes que se conozcan.

La leyenda se extendió por un período de 12 años y, en su apogeo, se convirtió en una importante noticia nacional, con titulares de periódicos sobre ruidos extraños, objetos voladores, exorcismos y comunicación fantasmal.

Fue tal el alboroto que se creó que hubo intentos por contactar al poltergeist en televisión en vivo en horario estelar e incluso fue discutido por el ministro del Interior en la Cámara de los Comunes, la cámara baja del Parlamento.

Al periodista de la BBC Danny Robbins de la BBC le intrigó la historia, la investigó y acaba de lanzar el podcast «La historia del fantasma de Battersea».

«Esperamos escuchar historias de fantasmas en antiguas casas señoriales o monasterios y castillos en ruinas, pero en un contexto urbano o suburbano los eventos inexplicables se sienten mucho más cercanos. La casa ‘encantada’ se parece a la nuestra, las personas afectadas no son diferentes a nosotros», afirma.

Una llave
Battersea está en la actualidad bastante aburguesada, llena de cafeterías y tiendas de moda, pero en 1956 era una zona de clase trabajadora más bien pobre.

El número 63 de Wycliffe Road era el hogar de la familia Hitchings. El padre de la familia, Wally, tenía algo más de 40años, y era un hombre alto y delgado que conducía trenes en el metro de Londres. Su esposa, Kitty, un poco mayor que él, era oficinista

Su hija, Shirley, tenía 15 años, estaba a punto de comenzar la escuela de arte y trabajaba a tiempo parcial como costurera en el tienda Selfridges. Fue en ella en quien la extraña actividad en la casa pareció centrarse, y también el interés de los medios.

«La gente piensa que lo que se siente por las apariciones es lo mismo que en una montaña rusa o una película de horror… ¡tonterías!», le dijo Shirley al investigador psíquico Harold Chibbett cuando él se involucró en el caso en marzo de 1956.

«El miedo de verdad es como una enfermedad; te va consumiendo hasta que llega un momento en el que no puedes caminar ni hablar ni siquiera pensar», añadió.

Los otros residentes de la casa eran la madre de Wally, Ethel, conocida localmente como Old Mother Hitchings y su hijo adoptivo, John, un topógrafo de unos 20 años al que Shirley consideraba un hermano.

El primer indicio de que algo extraño estaba pasando fue una llave que apareció el 27 de enero de ese año en la cama de Shirley, sobre la almohada.

Era una llave que nunca antes habían visto: plateada, adornada, antigua, el tipo de llave que se usaba en casas elegantes, no como la de los Hitchings.

Shirley se la llevó a su padre, pero él estaba ocupado ayudando a bañarse a su madre, a quien la artritis crónica la había dejado incapacitada.

Le pidió que la dejara en la repisa de la chimenea para ocuparse de eso más tarde, pero cuando fue a buscarla no estaba. Shirley le aseguró que la había dejado ahí; pero la encontraron otra vez sobre la almohada.

La llave no abría nada en toda la casa. El incidente probablemente habría sido olvidado de no ser porque esa noche ocurrió algo que cambió sus vidas para siempre.

Un estruendo ensordecedor que reverberaba por toda la casa, sacudiendo las paredes y los pisos, los despertó de repente.

El ruido fue tan fuerte que se escuchaba desde la calle y los vecinos se acercaron a quejarse, pensando que Wally estaba martillando o rompiendo las tablas del suelo en medio de la noche.

Fue el comienzo de una pesadilla que llegaría a dominar la vida de la familia.

A la noche siguiente sucedió lo mismo, y nuevamente a la siguiente. Pronto se convirtió en algo cotidiano, no solo de noche, sino también a plena luz del día.

Los Hitching, privados de sueño y aterrorizados, llamaron a la policía y a varios agrimensores, pero nadie podía entender la razón de los ruidos que iban desde sonidos de fuertes golpes hasta rasguños que parecían provenir del interior de los muebles.

Fue entonces cuando la prensa se enteró y se instaló frente a la casa, y los Hitchings dejaron entrar a dos de los periodistas.

Pronto, un médium psíquico ofrecío a realizar un exorcismo para eliminar a Donald, y la familia, exhausta, aceptó.

La sesión fue interrumpida por la policía, que respondía a una denuncia de que se estaba practicando magia negra para conjurar al diablo.

La incursión de las fuerzas de la ley y el orden fue discutida en el Parlamento británico.

Y luego, apareció la primera de muchas teorías sobre lo que estaba ocurriendo en 63 Wycliffe Road: según el diario Daily Mail, los ruidos los producía Shirley con un dedo de su pie debido a una deformidad conocida como dedo en martillo.

Poco después, lo escalofriante pasó a ser muy inquietante: empezaron a producirse fuegos en la casa, uno de ellos grave.

Una noche en octubre, Donald aparentemente los llamó a todos y cuando la familia estaba reunida, en medio de murmullos de personas invisibles, oyeron la voz de una mujer llamada Sara, que resultó ser la madre de la abuela.

Ella nunca se recuperó de la impresión y en pocos meses murió.