Leyenda Japonesa

El origen de la muerte según la mitología japonesa

El origen de la muerte según la mitología japonesa se encuentra en una curiosa leyenda sobre la creación de Japón. A pesar de la influencia de la antigua civilización China, una parte muy importante de la religión y mitología japonesa son únicas y contienen tradiciones shintoístas y budistas, así como creencias populares agrícolas.

El Kojiki y en el Nihonshoki son los mitos japoneses por excelencia. Kojiki literalmente significa ‘registro de cosas antiguas’ y es el libro más viejo reconocido sobre mitos, leyendas y la historia de Japón. Nihonshoki es el segundo más antiguo y en él se narran las distintas hazañas de las deidades

Leyenda Japonesa
Leyenda Japonesa

A continuación vamos a ver cómo es el origen de la muerte según la mitología japonesa, a través de una preciosa leyenda:

En el origen de los tiempos los primeros dioses japoneses crearon a dos seres divinos. Un hombre llamado Izanigi y una mujer, Izanami. Estos dioses ancestrales les encomendaron la misión de crear una tierra tan maravillosa que no tuviese comparación con ninguna otra.

Años más tarde, cuando concluyeron la misión divina encargada por los primeros dioses, decidieron que era el momento de tener descendencia. Y de la unión de estas dos divinidades nacieron las ocho grandes islas japonesas.

La armonía reinaba en el nuevo mundo creado. Las divinidades vivían dichosas junto a sus numerosos hijos hasta que un día, Izanami engendró a Kagutsuchi, dios del fuego. Tras un complicado parto la madre de la creación pasó un tiempo muy enferma hasta que finalmente falleció.

El sufrimiento por la muerte de la divinidad fue tan devastador que Izanigi no se conformó y después de sepultar su cuerpo en la montaña, en el mítico monte Hiba, cerca de Izumo, decidió ir en busca de su amada hasta el reino de Yomi, nombre que recibe la tierra donde van los muertos.

Izanigi emprendió el camino hasta llegar al territorio de las tinieblas y comenzó la búsqueda de su amada esposa. Todos los demonios con los que se encontraba le advirtieron que Izanami jamás podría acompañarla, que era imposible regresar a la tierra de los vivos cuando se ha probado el fruto Yomi.

Tras largo tiempo de penuria y sufrimiento, Izanigi encontró a su esposa en un lugar en el que reinaba la oscuridad. Ella le dijo que no podía regresar con él porque era demasiado tarde, ya que había comido el alimento del inframundo. Sin embargo, iba a intentar convencer a los dirigentes del Yomi para que la dejaran marchar y pidió a su esposo que no entrara durante ese momento.

La única condición para conseguir la aprobación de los dioses era que Izanagi no mirara a su esposa cuando volviera a entrar en palacio, pero la divinidad, al igual que en el mito de Orfeo, no resistió la tentación y encendió una pequeña llama con uno de los dientes de su peineta entrando en el palacio.

Con la luz, Izanigi violó la ley al perturbar la armonía de las tinieblas y contempló el cuerpo de su esposa transformado en un cadáver putrefacto, lleno de gusanos; de su cabeza y de su pecho emergían las divinidades de trueno y el relámpago.

De esta forma, el dios huyó aterrorizado mientras su cónyuge le acusó de cubrirla de vergüenza y le persiguió por todo el reino Yomi para matarlo. Tras un interminable hostigamiento, Izanami atravesó el cuerpo de su esposo con una lanza, dejándolo malherido.

El padre de la creación corrió sin descanso hasta sentir la brisa del exterior, pese a estar herido de muerte y pudo llegar al reino de los vivos con la escasa fuerza restante, sellando con una gran roca la fina grieta que separaba ambos mundos.

Desde el interior de la cueva, Izanami gritó a su esposo que la dejase entrar en el reino de los vivos pero este, aterrorizado por todo lo que había vivido, se negó rotundamente. Entonces la diosa amenazó a su cónyuge con matar a 1000 humanos cada día, a lo que Izanagi respondió “entonces yo daré vida a otros 1500 seres cada día”.

Así es como comenzó a extenderse la muerte por la tierra y como el místico pueblo japonés celebra el Día de los Muertos, o el Obon, desde hace más de 500 años.

El origen de la muerte según la mitología japonesa no deja de formar parte de un pasado milenario en el que los mitos y la religión forman parte del pensamiento global de la cultura ancestral.

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